Introducción: la ciberseguridad como prioridad estratégica en grandes empresas
En un contexto de creciente oleada de ciberataques, la seguridad digital ha pasado a ocupar un lugar central en la agenda de las grandes corporaciones. De hecho, el Informe Anual de Seguridad Nacional 2023 indicó un 94% más de ataques en España respecto al año anterior, y en los primeros meses de 2024 se registró otro incremento del 13,5%. Este panorama, junto con el alto coste de los incidentes (según IBM, el coste medio de una filtración de datos alcanzó 4,45 millones de dólares en 2023, un 15% más que hace tres años), ha llevado a empresas líderes a considerar la ciberseguridad una prioridad estratégica. Por ejemplo, Inditex destaca en su memoria anual que la seguridad de la información es una de sus máximas prioridades, hasta el punto de aumentar su inversión en ciberseguridad un 62% en tres años. Del mismo modo, BBVA cataloga la ciberseguridad como un asunto estratégico y ha aliado con Telefónica Tech para implementar inteligencia artificial y automatización en la prevención proactiva de ciberamenazas, además de crear centros globales de ciberseguridad operativos 24/7 (añadiendo uno en México al existente en España) que brindan cobertura integral y continua a todas sus operaciones. Grandes compañías de sectores diversos, desde banca (BBVA, Santander) y telecomunicaciones (Telefónica) hasta retail (Inditex) o construcción (ACS), han elevado la ciberseguridad al nivel directivo, creando comités especializados y destinando recursos sin precedentes para proteger sus datos y sistemaNo es solo una decisión corporativa interna, sino también una respuesta a regulaciones cada vez más estrictas: los reguladores exigen el cumplimiento de medidas de seguridad reforzadas (Directiva NIS2, DORA en finanzas, GDPR, ENS en España, etc.), reconociendo que la ciberseguridad es clave para la resiliencia económica.
En este artículo exploraremos cómo se protegen las grandes compañías a través de estrategias de seguridad interna, controles para minimizar errores humanos, defensas frente a amenazas externas y cumplimiento normativo. Al final, extraeremos algunas lecciones que las pymes pueden adoptar para mejorar su propia seguridad digital.
Ciberseguridad interna: blindando sistemas y datos desde dentro
La seguridad interna se refiere a todas las medidas implementadas puertas adentro de la organización para proteger datos, dispositivos, redes y sistemas críticos. Las grandes compañías despliegan múltiples capas de defensa internas para minimizar el riesgo de brechas desde dentro. Entre las principales estrategias de ciberseguridad interna destacan:
- Cifrado de discos y comunicaciones: El cifrado robusto asegura que la información sensible permanezca inaccesible incluso si cae en manos indebidas. Las empresas cifran los discos duros de portátiles y servidores, así como las comunicaciones (VPN, correo, etc.), garantizando la confidencialidad de datos en reposo y en tránsito. Por ejemplo, si un portátil corporativo es perdido o robado, el cifrado impide que terceros accedan a la información almacenada. Asimismo, se emplean protocolos seguros (HTTPS, TLS) y VPN corporativas para toda conexión remota, de forma que la información viaje siempre protegida por túneles cifrados y autenticados.
- Gestión de accesos mediante MFA y RBAC: Controlar quién accede a qué recursos es fundamental. Las grandes organizaciones aplican el principio de mínimos privilegios y segregación de funciones, usando sistemas de gestión de identidades robustos. Dos elementos clave son el MFA (autenticación multi-factor) y el RBAC (control de acceso basado en roles). El MFA requiere una verificación extra (token, SMS, huella, etc.) además de la contraseña, lo que bloquea más del 99% de los ataques de toma de cuentas según estudios de Microsoft. Esto significa que, incluso si un atacante roba una contraseña, no podrá entrar sin ese segundo factor. Por su parte, el RBAC organiza los permisos según roles de trabajo: cada empleado o sistema recibe solo los accesos necesarios para su función, reduciendo drásticamente el riesgo en caso de comprometer una cuenta. Un administrador de sistemas, por ejemplo, tendrá privilegios distintos a los de un analista de marketing, y las cuentas de alto privilegio se protegen adicionalmente con MFA obligatorio y monitorización continua.
- Segmentación de redes, firewalls, EDR y XDR: Dentro de las redes corporativas, las grandes compañías segmentan la red en zonas o VLANs para contener posibles intrusiones. Esto implica que incluso si un atacante accede a un equipo de una subnet, no podrá moverse libremente por toda la red sin pasar por controles intermedios. Adicionalmente, se despliegan firewalls internos y sistemas de prevención de intrusiones que filtran el tráfico entre segmentos, aplicando reglas estrictas. Un enfoque moderno es adoptar arquitecturas de Zero Trust, donde no se confía en nada por defecto ni siquiera dentro del perímetro, verificando continuamente cada acceso interno. Junto a ello, el uso de herramientas avanzadas como EDR (Endpoint Detection and Response) y XDR (Extended Detection and Response) proporciona una capa extra de vigilancia en servidores y dispositivos finales. Estas soluciones monitorizan en tiempo real la actividad en endpoints detectando comportamientos anómalos o indicios de malware, y pueden responder automáticamente aislando un equipo comprometido. La diferencia es que el EDR se enfoca en proteger cada dispositivo (ordenador, móvil, servidor) registrando eventos y respondiendo localmente, mientras que el XDR correlaciona datos de múltiples fuentes (endpoints, red, nube, aplicaciones) para dar una visión unificada de las amenazas en todo el entorno. Gracias a EDR/XDR, las grandes empresas pueden identificar y frenar rápidamente movimientos laterales de un atacante antes de que afecte a sistemas críticos.
- Monitorización continua de logs y actividad: Las grandes corporaciones invierten en centros de operaciones de seguridad (SOC) que funcionan 24/7 para vigilar sus sistemas. Mediante soluciones SIEM (Security Information and Event Management) recolectan y analizan de forma centralizada los registros de actividad (logs) de servidores, aplicaciones, dispositivos de red y seguridad. Analistas especializados, apoyados por algoritmos de IA, examinan en tiempo real estos eventos en busca de patrones sospechosos o incidentes. Un ejemplo es el Centro Global de Ciberseguridad de BBVA, que opera conjuntamente en España y México con centenares de expertos, ofreciendo vigilancia ininterrumpida a todas las filiales del grupo. En entornos de este tipo (a menudo equipados con grandes paneles de control y mapas de ciberamenazas globales), cualquier alerta crítica dispara protocolos de respuesta inmediata: conteniendo el ataque, notificando a los equipos afectados y activando planes de contingencia. Esta monitorización proactiva permite detectar intrusiones avanzadas (APTs) o anomalías internas antes de que causen daño, reduciendo el dwell time (tiempo que un atacante permanece sin ser detectado dentro de la red).
- Buenas prácticas en servidores, backups y sistemas críticos: La ciberseguridad interna también implica un riguroso mantenimiento y fortificación de la infraestructura. Las grandes empresas establecen políticas estrictas de actualización de software y parches de seguridad en todos sus equipos, ya que muchas brechas ocurren explotando vulnerabilidades conocidas no corregidas. Los servidores y sistemas críticos (ej. bases de datos financieras, control industrial, etc.) suelen estar endurecidos (hardening) deshabilitando servicios innecesarios, cambiando configuraciones por defecto, aplicando cifrado y monitorización especial de esas máquinas. Asimismo, la gestión de copias de seguridad es fundamental: se realizan backups frecuentes, almacenados de forma segura (idealmente offline o en ubicaciones aisladas de la red principal) y se prueban periódicamente las restauraciones. La razón es clara: ante un ataque de ransomware exitoso, tener respaldos intactos puede ser la diferencia entre una recuperación rápida o pérdidas catastróficas. No disponer de copias de seguridad actualizadas puede suponer pérdidas millonarias; de hecho, se estima que carecer de backups podría costar más de 5 millones de euros a una gran empresa en caso de desastre. Es por ello que corporaciones de primer nivel no escatiman en soluciones de backup robustas, con esquemas 3-2-1 (múltiples copias en distintos medios) y contingencias anti-ransomware (snapshots inmutables, almacenes cifrados fuera de línea, etc.). Por último, se implementan planes de continuidad de negocio y recuperación ante desastres (DRP), de modo que incluso ante incidentes graves (fallos masivos, ciberataques a gran escala) la empresa pueda restaurar sus operaciones críticas en el menor tiempo posible.
Conceptos y herramientas clave en ciberseguridad empresarial:
Protección frente a errores internos: el factor humano bajo control
No importa cuán sofisticadas sean las tecnologías, el error humano sigue siendo uno de los mayores riesgos para la seguridad. Las grandes empresas lo saben bien y por eso establecen políticas y controles específicos para mitigar las amenazas que surgen desde adentro por descuidos, mala praxis o engaños a empleados. Entre las medidas típicas que aplican para protegerse de amenazas internas o insider threats (incluyendo errores involuntarios del personal) encontramos:
- Bloqueo de puertos USB y dispositivos externos: Una simple memoria USB infectada puede comprometer una red entera. Por ello, muchas organizaciones restringen o deshabilitan los puertos USB de los equipos corporativos para impedir conexiones no autorizadas. Algunas llegan incluso a físicamente sellar o desconectar los puertos en ordenadores sensibles, evitando así que empleados o visitantes conecten dispositivos de almacenamiento que pudieran introducir malware o robar información. En entornos donde se requiere usar USB (por ejemplo, para ingenieros de soporte), se emplean soluciones de control de dispositivos que permiten habilitar solo USB cifrados y aprobados, registrando cualquier transferencia de datos. Estas medidas dificultan que un descuido (como abrir un pendrive encontrado o regalado en un evento) se convierta en una brecha de seguridad.
- VPN obligatoria para conexiones remotas: El teletrabajo y las conexiones desde fuera de la oficina plantean riesgos si no se hacen de forma segura. Por eso, las grandes compañías suelen requerir que toda conexión remota a la red corporativa pase por una VPN corporativa obligatoria. De esta manera, se asegura que el empleado se autentique adecuadamente y que el tráfico viaje cifrado y filtrado por las políticas de seguridad de la empresa. Esto previene accesos directos no autorizados y reduce la posibilidad de intrusiones por redes inseguras. Además, muchas compañías combinan la VPN con verificación MFA y dispositivos gestionados, de modo que solo equipos confiables y usuarios verificados puedan acceder a los recursos internos desde internet.
- Control de acceso a sitios web e IPs: Para evitar que los empleados, incluso sin quererlo, se expongan a amenazas en la web, las empresas implementan filtros y políticas de navegación. Mediante servidores proxy o pasarelas de seguridad (SWG), se bloquea el acceso a sitios maliciosos o no autorizados (páginas de phishing conocidas, descargas de software no permitido, contenido no relacionado con el trabajo, etc.). También se mantienen listas negras de IPs peligrosas vinculadas a botnets o ataques, impidiendo cualquier comunicación con ellas desde la red corporativa. Estos controles no solo reducen las posibilidades de infección por malware vía web, sino que también ayudan a aumentar la productividad al restringir ciertos usos inadecuados de internet en horario laboral. En paralelo, los antivirus corporativos y sistemas EDR suelen analizar el tráfico de red de cada equipo, detectando y bloqueando conexiones sospechosas automáticamente.
- Políticas BYOD (Bring Your Own Device): Muchas compañías permiten o contemplan que sus empleados usen dispositivos personales (portátiles, móviles) para asuntos de trabajo. Esto aporta flexibilidad, pero también riesgos si esos dispositivos no están bajo control. Para gestionarlo, se establecen políticas de BYOD estrictas, que pueden incluir requisitos como: registro previo del dispositivo personal en el departamento IT, instalación de software de MDM (Mobile Device Management) corporativo que aplica configuración segura (PIN, cifrado de almacenamiento, borrado remoto en caso de robo, etc.), y segmentación de los datos corporativos en el dispositivo (contenedores seguros separados de los datos personales del usuario). Asimismo, la política define qué tipo de datos o sistemas se puede acceder desde dispositivos BYOD y cuáles no, minimizando la exposición. El objetivo es que, aunque el empleado use su propio móvil u ordenador, la empresa mantenga cierto grado de control y seguridad sobre cualquier recurso corporativo al que se acceda desde él. Cabe mencionar que algunas organizaciones optan por enfoques alternativos como VDI/virtualización (el empleado accede a un entorno virtual seguro) en lugar de BYOD pleno, si el nivel de riesgo no es aceptable.
- Formación y concienciación interna: La cultura de ciberseguridad es quizás la defensa más importante a largo plazo. Las grandes empresas invierten mucho en formar a sus empleados para que reconozcan amenazas y apliquen buenas prácticas. Iniciativas de awareness incluyen cursos obligatorios de seguridad, campañas de simulación de phishing (enviando correos trampa para evaluar y educar), boletines con noticias de ciberataques recientes, etc. Un ejemplo destacado es BBVA, que formó a 60.000 empleados en ciberseguridad y llegó a liberar esos contenidos formativos al público. Del mismo modo, el Grupo ACS en su política corporativa exige asegurar que todo el personal reciba capacitación adecuada en seguridad de la información, manteniendo a los empleados informados sobre actualizaciones de políticas y amenazas emergentes. Esta capacitación continua busca que cada integrante de la organización sea una “human firewall”, capaz de detectar intentos de fraude o comportamientos anómalos y actuar como primera línea de defensa. Gracias a ello, se evitan innumerables incidentes: por ejemplo, un empleado entrenado pensará dos veces antes de hacer clic en un enlace sospechoso o de transferir fondos ante un correo de “fraude del CEO”. Y es que casos como el de una empresa valenciana, donde una directiva fue engañada para realizar una transferencia de 4 millones de euros a ciberdelincuentes, recalcan la importancia vital de la concienciación. Las grandes compañías fomentan una mentalidad de seguridad donde cualquier anomalía (un email urgente fuera de protocolo, un USB olvidado, una solicitud inusual) sea reportada de inmediato al área de seguridad. Al final, un empleado alerta y formado puede detener un ataque en seco o mitigar su impacto antes de que se propague.
Ciberseguridad externa: protecciones contra amenazas y ataques digitales
La superficie de ataque de una gran empresa se extiende más allá de sus muros: aplicaciones web, servicios expuestos a internet, comunicaciones con clientes y proveedores, etc. Por ello, además de protegerse internamente, las organizaciones despliegan estrategias de ciberseguridad externa para hacer frente a las amenazas originadas desde el ciberespacio (threats provenientes de ciberdelincuentes, malware y otros actores maliciosos externos). Veamos algunas de las medidas clave que utilizan las grandes compañías para blindarse externamente:
- Prevención ante phishing, malware y ransomware: Los ataques de ingeniería social y código malicioso son de los más frecuentes contra empresas de cualquier tamaño. Las grandes corporaciones adoptan un enfoque integral para prevenirlos. En primer lugar, utilizan filtros avanzados de correo electrónico (a menudo basados en inteligencia artificial) que detectan y bloquean correos de phishing, adjuntos maliciosos y spam antes de que lleguen al buzón del empleado. También implementan soluciones de seguridad en el endpoint (antivirus de nueva generación, EDR) que identifican malware conocido y desconocido, conteniendo la ejecución de archivos sospechosos. Un énfasis especial se pone en el ransomware, dada su peligrosidad: además de la prevención, las empresas asumen que pueden ser víctimas y preparan respuestas sólidas. Mantener backups offline (como mencionamos) y planes de respuesta a incidentes de ransomware es crucial para poder restaurar operaciones sin pagar rescates. Aun con todo, las cifras muestran la magnitud del reto: en 2023, un 77% de las organizaciones en España sufrió al menos un ataque de ransomware,y los costes de recuperación se dispararon un 50%. Por ello, empresas grandes realizan regularmente simulacros de ciberataque (ejercicios de red teaming o simulaciones de phishing masivo) para probar sus defensas y entrenar la respuesta coordinada. Asimismo, suelen contratar ciberseguros que cubran parte del impacto financiero de estos incidentes, aunque en los últimos tiempos algunas aseguradoras han reducido coberturas debido a la escala de los daños reciente En resumen, la protección frente a phishing, malware y ransomware combina tecnología (filtros, anti-malware, listas negras actualizadas), procesos (protocolos de respuesta rápida, copias de seguridad) y personas (formación y alertas constantes) para minimizar la probabilidad de éxito de estos ataques.
- Proxies, WAF y CDN como escudos perimetrales: Para defender sus activos públicos (sitios web, aplicaciones online, APIs, etc.), las organizaciones despliegan capas perimetrales especializadas. Los servidores proxy y pasarelas web seguras actúan como intermediarios en las conexiones salientes de la empresa hacia internet, filtrando contenido peligroso y aplicando políticas de acceso (como vimos en la parte de control de sitios). Por otro lado, los WAF (Web Application Firewalls) protegen las aplicaciones web públicas de la compañía: analizan todo el tráfico HTTP/HTTPS entrante a los servidores web y bloquean ataques conocidos (intentos de inyección SQL, explotación de vulnerabilidades en formularios, bots maliciosos, etc.)Un WAF funciona como un escudo inteligente frente a la web corporativa, distinguiendo el tráfico legítimo del malicioso. Muchas empresas combinan el WAF con servicios de CDN (Content Delivery Network) en la nube, como Cloudflare, Akamai u otros. Estas CDNs no solo aceleran la entrega de contenidos globalmente, sino que suelen incluir protección contra DDoS (ataques de denegación de servicio distribuidos) absorbiendo picos de tráfico malicioso en su red mundial. De esta forma, un intento de tumbar la página web corporativa con millones de peticiones sería mitigado por la red de la CDN antes de afectar a la infraestructura central de la empresa. En conjunto, proxies, WAF y CDN forman un perímetro defensivo dinámico que blinda a la organización de gran parte del tráfico malicioso dirigido a sus servicios externos, manteniendo disponibles y seguras las plataformas de cara a clientes y usuarios.
- Auditorías de seguridad y pentesting: Las grandes compañías no se conforman con esperar lo inesperado, sino que activamente buscan fallos en sus sistemas antes de que lo hagan los atacantes. Para ello, realizan auditorías de seguridad periódicas tanto con equipos internos como a través de empresas especializadas. Estas auditorías incluyen pruebas de penetración (pentesting), en las que expertos simulan ser atacantes e intentan hackear los sistemas corporativos (aplicaciones web, redes internas, dispositivos, etc.) con el objetivo de descubrir vulnerabilidades. Al final, entregan informes con hallazgos y recomendaciones para corregir las debilidades encontradas. Muchas empresas del IBEX-35 incluso contratan servicios de red teams continuos o programas de bug bounty (recompensas a hackers éticos que reporten fallos), para mantener una búsqueda proactiva de brechas. Por ejemplo, bancos y empresas de telecomunicaciones en España suelen someter sus aplicaciones móviles y bancarias a pentests exhaustivos antes de cada nueva versión, dada la sensibilidad de esos entornos. Además, ciertas regulaciones sectoriales obligan a hacer evaluaciones de seguridad independientes; en el sector financiero europeo, pruebas como TLPT (Threat-Led Penetration Testing) o red team exercises son ya requisitos regulatorios para asegurarse de que los controles funcionan bajo ataques realistas. Gracias a estas prácticas, las compañías pueden descubrir y remediar puertas traseras o errores de configuración antes de que los exploten actores maliciosos, reforzando continuamente su postura de seguridad.
- Gestión de proveedores y cumplimiento normativo: Ninguna empresa opera en solitario; interactúa con un ecosistema de proveedores, socios y terceros que también pueden suponer un riesgo. Las organizaciones grandes han aprendido (a veces por las malas) que la seguridad de su cadena de suministro digital es crucial. Un incidente en un proveedor con acceso a sus sistemas puede propagarse, según IBM, el 17% de las brechas en infraestructuras críticas se originaron porque un socio comercial fue comprometido prim Por ello, se pone un fuerte énfasis en la gestión de la ciberseguridad de terceros: se exige a proveedores cumplir con estándares (por ejemplo, requerir certificaciones como ISO 27001 o cumplimiento del Esquema Nacional de Seguridad en España si procede), se les realiza auditorías o cuestionarios de seguridad antes de contratarlos, y se incluyen cláusulas robustas en los contratos (obligación de notificar incidentes, derecho a inspecciones, niveles mínimos de seguridad, etc.). En paralelo, las grandes compañías trabajan en conformidad normativa interna: adoptan marcos reconocidos de mejores prácticas como ISO/IEC 27001 (gestión de seguridad de la información) y cumplen con todas las leyes aplicables, desde GDPR (Reglamento General de Protección de Datos) en lo relativo a datos personales hasta normativas sectoriales específicas. La alta dirección de grupos como ACS explícitamente se compromete a exigir el cumplimiento de la legislación vigente y requisitos regulatorios en seguridad de la información en todas sus filiales, integrando la ciberseguridad en su gobierno corporativo. Esto incluye someterse regularmente a certificaciones y revisiones externas: por ejemplo, auditorías anuales de cumplimiento GDPR, revisiones del Banco de España o la CNMV en el caso de bancos y cotizadas, y evaluación de madurez en esquemas nacionales (como el ENS) si operan con la Administración Pública. El cumplimiento no es solo un trámite legal, sino que aporta rigor y sistematización a la estrategia de ciberseguridad, alineándola con estándares internacionales y generando confianza en clientes y accionistas. Como reflejo de esto, empresas españolas como AENA, Inditex o Telefónica han sido reconocidas entre las más transparentes en reportar su información de ciberseguridad a stakeholders, señal de que toman en serio tanto la seguridad en sí como la rendición de cuentas sobre ella.
Conclusión: lecciones de las grandes empresas que las pymes pueden adoptar
Las pymes, aunque no disponen del mismo nivel de recursos que un gigante empresarial, pueden aprender mucho de las estrategias de ciberseguridad de las grandes compañías. Adaptando estas mejores prácticas a su escala, las empresas medianas y pequeñas pueden mejorar notablemente su postura de seguridad. A modo de recapitulación, aquí van algunas lecciones clave que las pymes pueden adoptar:
- Elevar la ciberseguridad a prioridad de negocio: Asumir que la seguridad digital es tan importante como cualquier proceso crítico. Implicar a la dirección en políticas de seguridad, definir responsabilidades claras y crear una cultura donde todos los empleados entiendan su papel en la protección de la empresa (como hacen las grandes organizaciones).
- Implementar controles de acceso fuertes: No depender solo de contraseñas. Adoptar MFA en los accesos a sistemas clave (correo, VPN, aplicaciones en la nube) y gestionar los permisos bajo el principio de mínimos privilegios (RBAC), reduciendo drásticamente el riesgo de intrusiones por credenciales comprometidas.
- Mantener infraestructura y datos respaldados: Seguir las buenas prácticas de las corporaciones en actualización de software (parches al día, software legítimo) y en copias de seguridad periódicas. Contar al menos con una copia de seguridad offline o en la nube externa, probada regularmente, para poder recuperarse de incidentes como ransomware sin pagar rescates.
- Proteger los puntos débiles del factor humano: Desarrollar políticas internas, aunque sean básicas, para cosas como el uso de dispositivos externos (ej. controlar USB), seguridad en el teletrabajo (VPN, equipos de empresa), y sobre todo invertir en formación continua del personal. Empleados alertas evitan fraudes: enseñarles a detectar phishing, a usar gestores de contraseñas, a reportar incidentes, etc., tiene un retorno enorme en prevención de problemas.
- Apoyarse en expertos y herramientas externas: Así como las grandes empresas cuentan con socios expertos (por ejemplo, Telefónica Tech en el caso de BBVA), las pymes también pueden buscar apoyo en proveedores de confianza. Externalizar servicios de seguridad gestionada (como un SOC 24/7 adaptado a pyme, o consultorías que realicen auditorías/pentests anuales) ayuda a detectar fallas a tiempo. Igualmente, adoptar servicios en la nube con buenas medidas de seguridad (correo con filtrado avanzado, hosting con WAF, etc.) permite aprovechar protecciones que de otro modo serían complejas de desplegar internamente.
En conclusión, las grandes compañías españolas nos enseñan que la ciberseguridad no es un producto, sino un proceso transversal que involucra personas, tecnologías y procedimientos alineados con el negocio. Su ejemplo muestra que la prevención proactiva, la vigilancia constante y la respuesta rápida son pilares que cualquier empresa, sin importar su tamaño, debería perseguir. Las pymes, tomando en cuenta estas estrategias y adaptándolas creativamente a su realidad, pueden mejorar significativamente su resistencia frente a las amenazas digitales actuales. En la era de la información, proteger los datos y sistemas ya no es opcional, sino indispensable para la continuidad y confianza del negocio. Como dice el adagio: “más vale prevenir que curar”, y en ciberseguridad, cada medida preventiva inspirada en las mejores prácticas de las grandes organizaciones es una inversión en la tranquilidad y el futuro de nuestra empresa.
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